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domingo, 27 de diciembre de 2009

Hechicera de llanura

Soy hechicera de llanura
pero no lo sabía
figura silente del camino
atrapada en burbujas descendentes,
bloqueada en palabras repetidas,
asomo a veces a mi misma y me recuerdo
entonces me sorprende
la exactitud con que cuido
la desaprobación de lo que siento.
Si tuviera referencias
hablaría de aventuras épicas y heroinas
numantinas de sus días
pero sólo conozco las que no cuentan para la historia,
las que no se atreven tan valientes en sus medias,
en sus tiendas y coladas,
granadas de mano a mano con la anilla bien puesta,
agarradas a su anilla para no caer en el conocimiento de que podrían
explotar.
Las hay que se atan a un sueño para no volar,
las pensantes del ruido insomne de acequias invertidas
corrientes sin molino, aves de tierra firme sin océano
ni continente,
completas hacedoras de virtualidad inservible,
prácticas sin informe ni título,
afectas al dolor inexplicable, soñadoras,
soñadoras sin árbitro,
esquizoides de las rutinas,
parlanchinas de precios y menús a bajo coste,
acompañantes atribuladas del desconcierto habitual,
del frío en el colchón,
sustitutas de elementos deseados,
cómplices de insatisfacciones,
abrigos de desatenciones,
paseantes de calles sin luz,
virtuosas de guitarras sin cuerdas,
querenciosas de pretextos para el mañana posible,
ausentes de sus propios acontecimientos,
caminan con paso firme, con pena atestiguada en los tacones
y en el rojo de labios encallecidos,
excrecencias de los minutos sin recuerdo,
fagocitadoras de sí mismas sin saber de otro alimento,
carentes de responsabilidad con la alegría,
olvidan su presencia en la mirada de otro que no las mira,
despiertan en una pesadilla indiferente de puro normal,
globos de Montgolfier a medio gas,
clavaos una uña en el costado, en el pezón arañado y dormido,
excitad conciencia y emoción,
la historia se ha hecho de vuestros mimos.


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