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miércoles, 29 de agosto de 2012

Comentario



Cuando una mujer come sola el tiempo se detiene y a su alrededor corren palabras estropeadas haciendo ecos sin sentido.
Dentro de su cabeza, la mujer tiene duda y deseo a partes iguales y su piel se desprende de la incertidumbre paso a paso cuando ya no le queda nada más que la nostalgia de no se sabe qué.
El sol retenido detrás del parapeto del restaurante aisla pero no sirve de nada porque la realidad sabe colarse por las rendijas, por las del sentimiento, por las de la soledad.
Rodeada de banqueros inseguros pero bien trajeados. De hombres y mujeres envueltos en palabras de plomo.
La imperfección lo alcanza todo y es hiriente.
Las certezas son siempre sentimentales.
Le augura un buen destino a lo complicado, a los sonidos chirriantes, a las locomotoras desde las que no se ve el paisaje, a la mentira de lo virtual, al desapego de las caricias reales.
Su espíritu, no obstante, se rebela contra el pesimismo cuando ve un bebé, cadencioso en brazos de su padre.
Tiene una pared lustrosa y aventajada frente a sí. Apura su cigarro, apura los momentos y ansía sentir pureza, ojalá sonara una melodía que invitara a la sinceridad a bocajarro. A no envolverse en desidia, a no abandonarse a ilusiones que no crecen.
¡Ojalá ardieran algunas pérdidas que se enrocan en el espíritu!
Que no se instale la tristeza, que no encuentre acomodo en el presente, que no deje esta sensación de hacer por tener algo que decir...
Sentiría que la luz no la alcanzara...
Sentiría que su voz no le alcanzara cuando de verdad llegue el otoño...

domingo, 19 de agosto de 2012

Se arracimó el tormento y turbulento
cayó a la encina húmeda.
Un tac,toc,tac,toc acompañó la caída del fruto,
la calle parecía un vertedero de promesas calientes.
Hubo 4 silencios.
No había nada que pensar.
Hasta los gritos parecían gimoteos y el blablabla
de los micrófonos sólo vertía inmundicia de irresolubles codicias.
Los vivos parecían muertos y los zombies resucitaron para comérselos.
Cuando empezaron a gritar, sólo parecían gimoteos sus gritos, se perdían en ecos.
Ni siquiera yo creía lo que gritaba cuando alguno me mordisqueaba la pierna.
La primavera se rebeló y no daba ni flores ni calor
y ya teníamos frío, mucho frío.
Pensé que si mi geranio podía florecer en un vaso sin agua, todo era posible. Incluso tú.

De palabras, versos y panteras


Apalabrando la palabra
taconea el pulso en cada verso.
Si te buscara más, te perdería
(porque eres un) superhéroe invisible
al afecto.
Demuelo tu impavidez
en la sonrisa de las mañanas tersas.
Vivir es este ejercicio
y otros siempre ahí
seduciendo al futuro.